Uno de los sellos de hoja de luna (nunca mejor dicho) es el linograbado, que es la impresión que utiliza como matriz placas de linóleo. Esta es la técnica con la que imprimo sobre tela, al principio las impresiones las hacía manualmente pero desde el 2015 me acompaña en el taller “el tórculo”, que adoro, agradezco y me ha permitido mejorar la calidad de las impresiones.
El proceso empieza trazando el diseño en la placa y después se hace el carvado con las gubias, cuando considero que está terminado el grabado hago pruebas de impresión para verificar y hacer las correcciones necesarias hasta dejar lista la placa para las impresiones finales.
La sesiones de impresión las hago por color. Primero preparo la tinta, después entinto la placa, la cual se coloca en el tórculo y sobre ésta se coloca la tela. El tórculo es una prensa mecánica con dos rodillos que al pasar la placa y la tela entre ellos ejercen presión transfiriendo la tinta de la placa a la tela y así queda hecha la impresión.
Después viene la etapa de secado en la que hay que esperar alrededor de cinco días para poder manipular la tela. En todo el proceso de impresión y limpieza de la placa no utilizo ningún químico, y las tintas están certificadas como no tóxicas.
La verdad es que disfruto mucho del proceso, cada etapa tiene su encanto y hacen a la producción de hoja de luna una producción consciente y única.
En la etapa del carvado me gustan los días lluviosos, requiere de concentración y se convierte en una meditación. Los días de impresión los prefiero soleados, también hay que estar concentrado pero es un día de mucho movimiento de la mesa de entintado, al tórculo y luego a girar el volante (cuando hago esto siento que es el timón del taller y lo llevo a otros rumbos, jeje) y después colgar la tela impresa y repetir varias veces el proceso. Al final del día el taller está lleno de color, ¡está vivo! y eso me hace muy feliz.